domingo, diciembre 04, 2005

gotas en la arena

Cartagena, Chile
Corvina a la mantequilla, locos y vino tinto para un día otoño. Estaba solo, como casi siempre en esa época, sin la mujer que amaba. Miraba el mar, y en un arrebato e impulso que aún no entiendo, salté sobre la ventana de ese restaurante, pasé a través de sus vidrios y corrí en forma desenfrenada hacia el mar, sumergiéndome en las aguas frías del Pacífico. Era turbulento, agitado, iracundo, las olas se elevaban y caían en forma estruendosa, la arena raspada mi rostro,...cada vez más adentro,... miraba hacia la playa, casi no veía el viejo restaurant, quería alcanzar algo que sentía que se alejaba, sentía cierta desesperación, no solo nadaba, sino que además caminaba y corría sobre las aguas. Algo hizo que me detuviera, el viento soplaba fuerte alrededor; de súbito me encontré frente a mí mismo,...me miré, o nos miramos, y el tiempo se detuvo ...sucedió algo entrañable, un abrazo interrumpió todo y nos fundimos en uno solo...pasaron muchas nubes y muchos barcos atracaron cerca nuestro, continuamos por un largo rato de esa manera...Se sirve un bajativo de la casa, -interrumpió una voz el silencio del abrazo-,...No, dije en voz baja...miré tras la ventana una vez más, era tarde y caían gotas sobre la arena.